Cuketa se fué, nos dejó... ella cada mañana con sus saltos y mordiscos despertaba a una cuando salía de casa.
¡Cuketa perra!
¿Cómo se te ocurre irte? ¡ya te vale!
Ay, mare meua, yo me decía cada día: "no te encariñes de Cuketa"... finalmente logró meterse en casita algunas veces, consiguió que la acariciara... y me hizo un agujerito en unos pantalones nuevos con sus mordisquitos matutinos.
¡Descansa en paz pequeña!
Tienes razón, querida amiga, ella fué la reina más mimada de Anantapur...
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